Como en muchas otras tareas, la escritura de un post es el primer paso para publicarlo. Sin embargo, sin queremos que la calidad de nuestro trabajo sea la mejor posible, en la redacción no termina todo. Es muy recomendable realizar las siguientes acciones antes de darle al botón de “publicar”, algo que podríamos denominar como “postproducción” del post.

  • Pásale el corrector ortográfico o revisa las palabras subrayadas con rojo (si donde escribes dispone de este sistema: si no, tal vez convenga copiar y pegar en un procesador de textos para revisarlo).
  • Vuelve a leerlo. Seguro que encuentras alguna frase que puedes arreglar (o acortar).
  • Añade negritas y cursivas donde sea necesario resaltar. No te pases con ellas, pero sí selecciona palabras o frases que formen parte principal de lo que estás diciendo.
  • Añade los enlaces que sean necesarios para ampliar la información contenida en el post.
  • Si es posible, añade también enlaces que dirijan a tu propio blog. De esta manera, si alguien te está robando contenido, conseguirás por lo menos unos enlaces que apunten hacia ti.
  • Aplica el formato de cita (blockquote) donde sea necesario.
  • Añade las etiquetas correspondientes y selecciona la categoría a la que pertenece el post.
  • Incluye las imágenes necesarias para la ilustración de tu post, ya sea sólo por estética o para explicar mejor lo que has escrito.
  • Observa el post globalmente. Si estás en WordPress o en Windows Live Writer, haz una previsualización para ver como quedará ya publicado en el blog. Revisa las correcciones que creas necesarias hacer y vuelve al post para hacerlas (generalmente son cosas de formato).
  • Otra previsualización, con las nuevas correcciones.
  • ¿Todo bien? Dale a publicar.

Dependiendo de nuestra manera de trabajar, es posible que algunos de los puntos mencionados los llevemos a cabo al mismo tiempo que escribimos. Sin embargo, creo que es mejor dejar todo lo dicho más arriba para el final, de manera que podamos concentrarnos en escribir lo mejor posible y en dejar lo más claro que podamos aquello que queremos decir. Escribir es una tarea dura y de las más proclives a ser procrastinadas con cualquier excusa. Detenernos para dar formato o corregir la ortografía de lo que llevamos escrito rompe el flujo de trabajo y nos hace más difícil terminar con el texto que tenemos entre manos.